Entre las personas de más de 35 años, la mención directa del salario dentro de un marco social todavía es el colmo de los malos modales. En cambio, muchos profesionales jóvenes no lo miran como un tema vedado, al menos entre amigos. Creen que esa información es fundamental para prosperar en lugares de trabajo cada vez más transitorios y competitivos, sin reparar en la envidia que tal franqueza puede causar. Por lo demás, la discreción casi huele a cháchara cuando Internet ofrece un sinnúmero de datos personales. Ver nota completa
Fuente: La Nación
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